Escritura creativa
Hoy todo el mundo escribe. Las nuevas tecnologías, con Internet a la cabeza, han impuesto la escritura como una necesidad de primer orden. Pero escribir no es redactar. Escribir tiene un componente creativo que, a veces, se olvida. No siempre decimos lo que queremos decir y, a menudo, solo lo decimos de manera aproximada. Mucha gente instruida tiene dificultades para expresarse con la escritura o no sabe aprovechar todas sus posibilidades (es algo que no se enseña en la escuela ni en la universidad). Hoy millones de blogueros se enfrentan al hecho de componer su blog, sin recursos ni conocimientos para hacerlo. Los libros y cursos están diseñados para formar profesionales, pero el usuario corriente no necesita tanta información, precisa ir al grano y aprender lo elemental para su uso práctico. Mucha gente tiene cualidades, pero le falta la técnica. Su conocimiento, dicen, puede llevar años. El aprendizaje y lectura de farragosos libros, la asistencia a cursos carísimos y con pedagogía académica no solucionan nada, pues el creador no necesita saberlo todo, sino sólo aquello que le hace falta para expresar lo que quiere o necesita expresar. De ahí la importancia de una educación personalizada que se adapte a las necesidades del individuo y vaya sin rodeos a lo fundamental. Aprender las posibilidades de la escritura, de la oralidad o de cualquier otro medio de expresión (ya esté basada en el sonido, en la palabra o en la imagen) implica la realización de nuestras potencialidades creativas. Todos somos creativos. El problema es que estamos bloqueados a la creatividad. El problema es que la enseñanza se centra en la transmisión de contenidos (los contenidos están hoy disponibles para todos a través de la Red), en lugar de centrarse en cómo buscar la información relevante y aprovechar nuestras capacidades creativas.
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